sábado, 15 de marzo de 2014

Amantes







Amante, me gusta ser tu amante. Sentirme tan distante de quien dice quee tu, eres señora de poca virtud…
Reza así una famosa canción, en la que se hace un tributo a ese “tercer” ser que entra en las vidas de una pareja, sin fecha de inicio ni caducidad.

Una de las profesiones de mayor riesgo en la historia del ser humano. Un ejercicio temerario que día a día  ha cobrado muchas victimas.
El tercero en discordia, el pilar del matrimonio, el canal dos, el otro, la otra, etc. Son los adjetivos denominativos, mas comunes para referirse a este personaje.

Un tema de por si espinoso y que enciende pasiones, agrede honras, aviva a
la llama de la culpabilidad, da tribuna a los falsos moralistas y a los fariseos de la institucionalidad matrimonial.
Muchas verdades a medias y muchas falacias conceptuales son las que rodean a este asunto.
La “infidelidad” no nace del ejercicio  del pecado como tal. Mas bien nace de la incapacidad y de la monotonía; consentida, cómplice y de la cobardía de las parejas, incapaces de mantener le rumbo trazado en la travesía emprendida al contraer un compromiso y luego con la misma incapacidad; se niegan a aceptar las consecuencias de sus actos, culpando a los demás de sus incompetencias.

Dentro de este contexto, también existen otros factores de carácter humano y que están ligados a la personalidad de cada individuo como por ejemplo: aquel que siente la necesidad de demostrar una virilidad o una feminidad arrolladora, para cubrir un complejo evidente y una falta de seguridad en si mismos. Los hay también, aquellos que padecen de una inestabilidad emocional, que no les permite establecer el equilibrio real de las cosas y necesitan cambiar constantemente de afectos para sentirse vivos.

Son algunos de los factores, sin olvidarnos del mas frecuente y recurrente de siempre: una pareja al unirse comienza por una atracción química y sexual, pero con el pasar del tiempo; si la química no es de buena calidad, esta se desvanece y no deja rastro de su esencia inicial. También compite lo sexual que a veces suele ser más complejo de lo que muchos se imaginan, viéndolo desde este ángulo: no coincidir en los horarios, en los momentos adecuados, las frecuencias de deseo, el cansancio, la falta de privacidad, de creatividad, la disponibilidad de animo. El guardar ciertos rencores que sirven en determinados momentos como bloqueadores de voluntades, etc.

Si una mujer o un hombre, no mantiene un equilibrio en su deseo sexual, ¿Qué es lo primero que le apetece hacer?   ¿Esto es pecaminoso y prohibido? ¿Quién lo prohíbe, quien lo dice?
Muchos encontraran la respuesta en alguna descabellada razón, pero lo cierto es que somos seres humanos,  que funcionamos de una manera bio-metabólica, que por consecuencia esta separada de la parte espiritual y obedece a las leyes irrefutables de la naturaleza. El problema del hombre es, ha sido y será; el pretender reglamentar lo natural y lo espiritual, por ende siempre habrá de toparse con el inmenso muro de la realidad  y ese muro esta: en nuestros errores y en nuestras limitaciones.

Los amantes seguirán existiendo, con: controversia o sin ella, con prohibición o sin ella, con pecado o sin el. Siempre han de disfrutar eso de loo que muchos intentan privarse por su propia cuenta que es: el amor, la pasión, la paz, la armonía, el saberse dar un momento para compartir y disfrutar.
Ojala que al autor de esta nota, no se les vaya a ocurrir tildarlo de infiel o bígamo, que de apodos ya estoy bastante maltrecho.
Hay que saber disfrutar en pareja y no provocar a  las “tentaciones” terrenales.
Hay quienes han optado por bautizar a los amantes con el denominativo de: OXIGENO.   

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