Pueblo
Sin Ley
Cada
mañana el paisaje urbano se pinta de los mismos colores: rojo y
verde en una mezcla de furia
mortal
y esperanza fugaz. Es común ver, en todas las ciudades del Perú, en
unas mas y en otras menos pero con igual preocupación; a miles de
ciudadanos aglomerándose en torno de un kiosco de
periódicos,
pugnando por hacerse de un espacio, para poder leer gratuitamente las
“noticias” las mismas que bien podrían estar catalogadas como
masturbaciones virtuales. Una especie de sado-placer socio-patológico
y ya casi insertado, dentro del mismísimo meollo del genoma humano,
que obliga al individuo a actuar de manera casi compulsiva.
Este
ritual suele ser ineludible e impostergable; antes de empezar la
jornada del día a día, para aquellos que tienen un día adía;
claro esta. Es la pauta que les indica como ha de comportarse su
estabilidad emocional en el resto de la jornada. Es la dosis que
ingieren los mas; aquellos que son
el
grueso de la población, el contrapeso de los menos.
La
ciudad hierve en: violencia, caos, hedumbre, poluciòn, corrupción,
indolencia, miseria, dolo. Mientras la mentira y el engaño; brotan
como sabia viscosa desde las entrañas mismas de la urbe, cual vapor
envolvente y asfixiante, capaz de matar cualquier brote atrevido de
verdad y firmeza.
La
anarquía y el desgobierno, se erigen como una fuerza de ley, como
una opción de vida, como un paradigma a seguir de manera siega; tan
siega como la injusticia que la protege y la acoge en el regazo de su
putrefacto pecho y la amamanta con el veneno de su putrefacción.
Cuando
la ley no existe: el respeto, las buenas maneras,la decencia, y la
calidad humana; devienen en anacronismos casi mitológicos,
subyugados por la anarquía madre putativa de la endémica
corrupción, que se erige como símbolo de una sociedad carente y
decadente.
Eso
es lo que tenemos, eso es lo que nos han dejado, eso es lo que
respiramos. Lo peor es que cada día, bebemos un sorbo de esperanza,
una esperanza, baga, fugaz y efímera; que viene de oído y no de
sentido.
No
existe fuerza que preserve el orden y la paz. La policía, es
prácticamente inexistente, solo se puede decir que: es un
“organización” con fines de lucro, que trafica y comercializa
con las necesidades del ciudadano andante, porque el que rodante;
puede negociar y salir bien librado sin mucho desperdicio de tiempo.
La
“justicia”es la otra institución lucrativa, que resuelve lo bien
pagado y envuelve en el lio eterno al despojado y desapadrinado.
En
el colmo del cinismo y ante el estupor social; derrepente tenemos que
escuchar las alocuciones desatinadas y recurrentes del jefe de turno
de la anarquía y gritando a voz en cuello: ¡Vamos a reformar a las
fuerzas policiales y a equiparlas, para hacerlas mas eficientes!
¡Vamos a reformar al poder judicial! ¡vamos a...! Que se yo, tanta
idiotez incongruente por demás, que hasta causa fatiga recrearla.
Lo
cierto es que este discursete, esta escrito en placa de metal para
que no se borre con los años y lo puedan repetir a menudo sin temor
a equivocarse.
Tengo
la edad que tengo, ejerciendo de de ser vivo con una data de mas de
medio siglo y ya me aprendí el rollo, porque es el único que he
escuchado siempre, pero sin haber visto algún cambio.
En
medio de este insano y estéril alud verborreico, me pregunto; ¿Se
puede hacer mas eficiente a un cuerpo policial, equipandolo y
haciendo reformas insustanciales? ¿El poder judicial, puede dejar de
ser lo que es con solo cambiar de jueces? ¿Se puede eliminar la
corrupción con discursos?
Somos
tan idiotas, que hemos aceptado esto, durante tantas décadas?
Creo
que las respuestas a las dos primeras interrogantes; tienen que ser
definitivamente negativas y a lo tercero creo que no escapa de un si
y bien rotundo.
¿Como
podemos revertir este estatus quo!
Primeramente:
dejando el “kiosco” luego dejando de respirar la hediondez que
produce la polucion política y exigiendo democraticamente un
verdadero cambio. Es cuestión de cambiar de postura, de conformidad,
de ser indiferente e inconsecuentes. Las voces se alzan, los gritos
se escucha, el clamor se cierne de manera constante sobre el silencio
de los menos,pero la inercia sigue rigiendo.
Tenemos
que optar por una patria con leyes que se cumplan, con respetos que
se den, con normas estrictas. Sin caos, sin anarquía, sin violencia.
La
sociedad es como la tierra de cultivo: siempre ha de dar los frutos,
de acuerdo al abono que reciba y a los nutrientes que que en su
esencia tenga.
Un
gobierno no puede cambiar a una sociedad, pero el pueblo es el único
capaz de cambiar su destino.
¿Queremos
paz, respeto, orden, cultura, etc?. ¡Hay que exigirlos!
Mucho
grito, mucha violencia y una abstinencia de sabiduría; capaz de
acabar con todos los cerebros del planeta.
la corrupción corroe la política, la justicia... vivimos un mundo en el que la ambición de dinero y poder está por encima de los derechos de las personas y se ejerce aunque suponga la desgracia de muchos ciudadanos.
ResponderBorrar¡Que sorpresa Isabel!
ResponderBorrarMe alegra mucho verte por aqui. Bien dicen que: "El que busca encuentra"
Tienes toda la razon en lo que dices y la cosa no tiene visos de cambiar.
Gracias por tu visita y un abrazo fuerte.