sábado, 22 de septiembre de 2012

Al Final del Camino

Canadá se jacta de tener un servicio publico de salud, muy eficiente y que se asemeja mucho a la sucursal del cielo, pero la realidad es otra, muy dolorosa y preocupante.
En lo que se refiere a los hospitales; mas se parecen a un taller de mecánica que a un lugar en donde se acoge, atiende y resuelve un problema de salud.


No existe una atención: cálida, personalizada, con rasgos de humanidad, ¡no! nada de eso, todo lo contrario; es el vivo reflejo de la sociedad en que vivimos. Una sociedad metalizada, comercial, individualista, indiferente y carente de sentimientos.
El “paciente” que aquí es denominado el “cliente”es tratado como tal; un cliente que viene por algo y luego tiene que marcharse sin que haya sentido que se le haya tratado como a un ser humano y por si fuera poco: muchas veces sin saber que es lo que lo aqueja.
Tal y cual entra y sale un auto de un taller de mecánica: pasado por mil maquinas de diagnostico, con las piezas cambiadas y con las reparaciones del caso, pero nada mas, porque es simplemente; un pedazo de lata, que debe salir a rodar y a cumplir con la función para lo que fue fabricado.

El “cliente” en la mayoría de los casos recibe un trato despectivo, autoritario y casi irrespetuoso de parte del o la auxiliar que lo atiende y lo mismo de la enfermera, sin ignorar al galeno, que se limita simplemente a dictaminar y dar destino al cliente.

Pero lo mas terrible y preocupante de este asunto es: el MALTRATO que se ejerce contra los ancianos, tanto en los hospitales, centros de alojamiento y casas de retiro.
Resulta muy triste comprobar la indiferencia, inhumanidad y los vejámenes de la que son objeto, aquellos que una vez fueron seres humanos.
Es común ver en los pasillos y habitaciones de estos establecimientos a los ancianos, postrados en un silla de ruedas, en una cama o en una camilla; abandonados horas de horas. Al rayar el alba, se les administra el primer alimento del día, se les administra el medicamento pertinente y lo que toque y luego; quedan abandonados a su suerte. A nadie le interesa que ocurre con ellos el resto del día.
Para aquellos que son impedidos de movilizarse por si solos, es peor aun, porque permanecen todo el día sin ser atendidos, cambiados y aseados. Muchos sufriendo por las heridas que le ocasiona la postración, por los dolores propios de su edad y por el daño mas doloroso del que padecen que es la soledad. Esa soledad que cala en el alma y que podría tener un poco de alivio.
Muchas veces, piden que se les atienda o que se les socorra y son objeto de maltratos y reciben hasta respuestas en tonos despectivos.

Las estadísticas de suicidio en la personas ancianas, muestran un incremento anual, muy preocupante. De mi parte no me atrevo a mencionar cifras, puesto que existen muchas variaciones entre las fuentes dedicadas al estudio de este problema social.

Es muy desolador ver como el gobierno de Canadá, no atina a remediar esta situación, que es por demás nefasta para la imagen del país y mucho mas nefasta, para la sociedad que la vive y la sufre.
Paradojicamente, en aquellos países, llamados subdesarrollados: existen problemas de infraestructura, falta de personal de salud, escaeces de medicinas, presupuestos y mucho mas, pero en cuanto a humanidad, amor por el prójimo y sensibilidad, creo que bien podrían alcanzar el rango de super potencias.

El gobierno canadiense, debería de corregir estas deficiencias; haciendo un viraje en su estructura educacional, otorgándole la prioridad a la preparación del personal de salud, en lo referente a la sensibilidad humana. Hay que dotar de idoneidad al individuo para cada labor que ha de desarrollar dentro de la sociedad.

Al final del camino, el individuo, espera encontrar el descaso, la paz y el estar mas cerca de aquellos que siempre han sido su entorno y sentir la calidez de su presencia.
Contrariamente a esto, en los centros de salud se experimenta la antesala del infierno. Pareciera ser un castigo por haber osado llegar a ser viejo.

No quiero terminar este articulo, sin antes presentar mis respetos y admiración, por: aquellos médicos, enfermeras y auxiliares, que ejercen su profesión de manera intachable y que dan mas de lo que se podría esperar de ellos. Son los menos pero son los mas importantes del sistema.

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