Muchas
veces ni siquiera sabemos distinguir un concepto del otro. Unos viven
convencidos de que el éxito es la felicidad y viceversa.
Nada
mas lejos de la realidad, porque el éxito es simplemente; la
culminación positiva de un negocio o un asunto. Según la
descripción que tiene la Real Academia de La Lengua Española, para
este termino.
Simplemente
eso; la culminación positiva de algo relacionado con lo material o
con el mundo del materialismo en general o el sumun del éxtasis de
nuestro ego, que suele ser casi siempre el factor constante que nos
persigue y aveces nos acompaña hasta la tumba.
En
cambio la felicidad, es un asunto mucho mas serio, porque compromete
a nuestro espíritu a nuestros sentires a nuestra esencia misma como
seres humanos.
Podemos
elegir infinidad de maneras de ser felices, con las cosas mas simples
y cotidianas.
Todas
aquellas cosas que alimentan al espíritu son las que nos pueden
llevar a encontrar la felicidad.
Ferrand
Adria, uno de los Chef de cocina mas famosos del mundo suele decirles
siempre a todos aquellos jóvenes aspirantes a chef; no busques el
éxito, busca la felicidad.
Aquello
solo se puede interpretar de la siguiente manera; muchos aspirantes,
en este caso a Chef de cocina, piensan que si pasan por encima de
quien sea y logran hacerse famosos, por consecuencia serán
inmensamente felices, sin tener en cuenta que; aquella manera de
pensar, solo les puede acarrear una vida de sinsabores, de envidias y
malas intenciones en sus entornos. Que han de alimentar sus egos,
pero no su esencia y sus almas.
Contrariamente
al anterior concepto, si tratamos de hacer de aquella profesión, un
camino de satisfacciones basadas en la creatividad y la
recreatividad, conseguiremos una paz interior sin limites de ninguna
clase. Eso es lo que hay que lograr; la paz interior, la paz del
espíritu, el estar en armonía con el mundo exterior y el interior,
el equilibrio. Ese equilibrio que tanto nos exige la naturaleza y a
la que siempre le damos la espalda.
El
dinero, la belleza y el estatus, solo son elementos pasajeros y
perecibles, que solo permanecen un tiempo y luego se esfuman, bien
sea por el tiempo o por las mismas circunstancias de la vida, en
cambio la paz espiritual y el logro interior, permanecen adheridos a
nuestro espíritu para siempre y aun después de nuestra muerte,
porque podremos transmitirla a nuestras generaciones venideras, como
un legado, en el que se indique el camino a seguir como modelo de
vida.
Lograr
la paz interior, la satisfacción y la aceptación de uno mismo, debe
ser siempre el objetivo de nuestras existencias, para poder
transmitir eso a quienes nos rodean y lograr mejorar nuestro entorno,
nuestro mundo, que tan venido a menos esta.
El
mundo puede desaparecer, el universo también, pero el alma; siempre
sera eterna.