Siempre
llevamos un ¡No! Por delante, siempre tendemos a negarnos a las
iniciativas de los demás.
¿Porque?
Muchas veces por: egoísmo, negación a las ideas que no son
nuestras, la no aceptación de nuestras incapacidades para tener
iniciativas, envidia, celos, miseria humana, etc. Son muchas las
respuestas y un solo resultado: negativismo. Si, actitud negativa
frente a la invitación del prójimo para colaborar con una buena
causa. No todos somos así, pero lamentablemente, si una gran mayoría
y eso hace que no logremos cosas y no podamos vivir en un mundo
mejor.
Como
prometí en mi entrada anterior, voy a contarles una experiencia
vivida en mis años de niñez.
Resulta,
que: como todo niño común y corriente,andaba de arriba para abajo
con otros tres amiguitos de mi misma edad. Apenas frisábamos 8 a 9
años de existencia sobre este planeta.
Uno
de mis amigos, vivía en un edificio que tenia unos espacios de
tierra muerta, en la parte frontal que se encoraban, entre la vereda
y la calzada. Nadie se ocupaba de eso. Esos espacios habían sido
diseñados para ser jardines, pero el descuido y el desinterés,
hacían que lucieran como paramos infertiles y áridos.
Se
me ocurrió invertir el problema, así que les propuse a mis amigos;
iniciar una operación de rescate de esos espacios. No era de
extrañar, pero inmediatamente surgieron las diferencias y el
negativismo, pero como eramos niños, fue mas fácil de convencerlos
y lograr que aceptaran la idea.
Acordamos,
tocar todas las puertas de los departamento y pedir a cada uno de los
vecinos que: nos consiguieran herramientas y ciertos materiales para
llevar a cabo nuestra obra. Quizás al vernos tan pequeños, les
anulamos la miseria humana y les tocamos el sentimiento. Se opusieron
o se negaron para ser mas exactos; unos cuentos pero la mayoría
colaboro sin chistar.
Luego
nos fuimos a la municipalidad a la dirección de parques y jardines,
para que nos regalaran; trozos de arboles y alambre de púas, para
poder cercar los jardines y también: dos arboles, césped, y
plantas. Primero escuchamos un no , por respuesta, pero también
logramos convencerlos y por gracioso que parezca; un día sábado
apareció el camión de la municipalidad, con todo el pedido
completo.
Iniciamos
la obra y al cabo de tres meses; ya podamos decir que eso era un
jardín, en toda la extensión de la palabra. Habíamos logrado
nuestro objetivo, contra viento y marea.
Desde
ese entonces: entendí y se me quedo bien grabado, que: SI SE PUEDE.
Si
cuatro niños son capaces de hacer aquello, porque no lo adultos. Es
cuestión de actitud y nada mas.
Solo
hay que determinar: en que posición estamos: negativa o positiva.
Me
disculpo, por ponerme como ejemplo, pero no tenia ningún empacho de
mostrarme como modesto, porque creo que eso me cambio mucho en mi
actitud y me hizo siempre positivo y con ganas de hacer, mas que
deshacer.
No
perdemos absolutamente nada si somos positivos y llevamos por delante
a la palabra: SI. Con ella, siempre tendremos un mundo mejor, mucho
mejor que el actual.
Aquellos niños "jardineros" tenían el alma limpia, hoy , quizá alguno de ellos, no lo haría gratis.
ResponderBorrarEl hombre casi siempre antepone el dinero al amor y al deber.
Espero que aquellos niños de antaño, sean hoy hombres tan buenos, como niños fueron.